martes, 16 de diciembre de 2014

Teodoro el milagrero

Teodoro el milagrero

Se llamaba Santiago Asunción. Cuando nació, su madre se asustó porque era tan grande su miembro que pensó que tenía dos piernas normales y una tercera mocha, por eso, desde el mismo momento que fue bautizado con el nombre de Santiago Asunción, le apodaron para reducir su nombre San Chon, pero luego le agregaron, el Pata mocha. Por tanto era conocido como “San Chon, el pata mocha”
Aquella característica lo hizo famoso y cuando llego a la pubertad, se volvió muy popular entre las damiselas. 

Don Jerónimo Altamirano, cuando  Santiago Asuncion cumplió 15 años de edad, fue quien lo llevo a la zona de tolerancia y le pago a tres mujeres para que lo desvirgaran, con la única condición que lo hicieran delante de él, nomás para ver si era cierto que estaba tan fenómeno como decían. La leyenda resulto real, salieron las prostitutas redengadas, pero felices. Don Jerónimo salió asustado ante aquella demostración de sexo salvaje y sin llenadora, como lo estuvo platicando a todos los conocidos, aquel mocetón era un demonio sexual.

Santiago Asunción se volvió un fanático del sexo, lo practicaba cada vez que tenía oportunidad y eso era a diario, pues de muchas maneras era buscado por las mujeres, muchas de ellas de intachable reputación y bendecidas por el sagrado sacramento del matrimonio.

Ese fue su mal. Fue tanta su fama, que se contó que en aquel pueblito, no hubo mujer casada que no hubiera pasado por sus brazos y en los pueblos aledaños en lugar de llamar al lugar Tepochitlan, lo llamaron cuernochitlan, o Tepochitlan, la ciudad de las viejas guangas.

Santiago Asunción no tenía ni un solo amigo, todos los hombres lo miraban con desconfianza y con rencor. Les daba rabia que siempre iba por la calle con esa sonrisita burlesca en los labios, haciéndoles caravanas a todas las mujeres que encontraba  y mostrando en aquellos pantalones apretados, el monstro causante de la desgracia de los lugareños varones.

Fue un domingo, Santiago Asunción esperaba en la plaza, recargado en un árbol frente a la puerta de la iglesia,  a que las mujeres salieran de misa para hacerles caravanas.
En eso pasó frente a el Laureano Godínez, llevaba del brazo a su mujer. San Chon le hizo una reverencia con el sombrero y Laureano volteo rápidamente a ver a su mujer, que respondía a la caravana con una sonrisa. No lo soporto y apartando a la mujer de un aventón le grito al mocetón enamorado.

__ ¡Ya me estas cayendo gordo jijo de la jijurria! ¡Prepárate que te voy a matar!
__ ¡Adió! ¿¡Tú y cuantos más!?
__ ¡Pos yo solo!
__ No, que tu solo Laureano __ Dijo Melquiades González, el hombre que vendía raspados __ A mí también me cae gordo este jijo del Maíz.
__ ¡Pos no están solos! __ Gritó el globero __ Yo también le traigo muchas ganas.
Y al igual que aquellos hombres, muchos otros que se encontraban en aquella pequeña plaza fueron ratificando su apoyo para castigar a aquel ser desnaturalizado.
Santiago Asunción se sintió en peligro y quiso correr, pero antes que lograra escabullirse, Arnulfo Patiño, el señor que vendía cañas, le reventó una pinta en el lomo que lo hizo caer de cara en el pavimento.

La mujer de Laureano Godínez entro alarmada a la iglesia.
__ ¡Pronto padre Valerio! ¡Van a matar a San Chon!
La misa se suspendió y todos los creyentes salieron corriendo a mirar lo que pasaba. A Santiago Asunción lo tenían agarrado entre cuatro hombres para evitar que huyera, mientras otra media docena discutía que hacer con él. Desterrarlo, colgarlo, golpearlo…hasta que llegó el padrecito junto con otra veintena de hombres y dijo.
__ ¡Hay que caparlo!
__ ¡No! __Gritaron las mujeres asustadas
Los hombres miraron al padrecito interrogantes.
__ Bueno hijitos, es la mejor solución, deja a las mujeres bien guangas, bueno, eso dicen, eso dicen.
__ No esta tan mala su idea padre __ Dijo Poncho el que vendía fruta picada __ Ahí está el machete con el que pelo los cocos. Ta bien afiladito.

Y así lo hicieron, ante la protesta de las mujeres y el beneplácito de los hombres, le bajaron el pantalón al pobre desgraciado y sin consideración alguna, pusieron el enorme miembro del hombre sobre el tronco de mezquite donde Poncho pelaba los cocos y se escuchó zumbar el machete, luego un grito cargado de dolor, acompañado por el llanto de las mujeres cargado de pesar.  Consumada su venganza, los hombres soltaron a Santiago Asunción, le subieron el pantalón que de inmediato se empapo de sangre y lo dejaron ir. Se fue lo más de prisa que pudo  a buscar a un doctor, pero a otro pueblo, pues estaba seguro que el de la localidad no lo atendería. Solo alcanzo a llegar a la orilla del rio, ahí murió desangrado.

Los hombres como si no hubieran hecho nada malo, volvieron cada uno a sus ocupaciones, incluso el padre arreo otra vez a su rebaño para adentro del templo para terminar la misa.
Hipólita Rentería fue la que levantó el despojo que dejaran de Santiago Asunción junto al tronco de Mezquite y con mucho amor lo enredó en su reboso.  Luego camino a la Lomita Pelona y allá, en lo alto, con sus propias manos hizo un hoyo poco profundo y ahí sepulto el artefacto aquel que tanto placer le diera un dia, luego junto muchas piedras y con ellas hizo una cruz para señalar el lugar donde quedo “aquello”
.
El cuerpo desangrado de Santiago Asunción, fue recogido por su madre y acompañado por algunos parientes, fue sepultado en el panteón de lugar, casi en solitario fue aquel sepelio,  en cambio en La Loma Pelona, fueron cientos de mujeres las que fueron a visitar y a poner flores en la cruz de piedra que hiciera Hipólita Rentería. Curiosamente no era mujeres solamente de Tepochitlan.



Empezaron a pasar cosas curiosas en el pueblo, aquel año llovió más que en otras temporadas y la cosecha fue abundante. Doña Consuelo, que hacía tres años vivía sola porque el marido estaba en Estados Unidos, salió embarazada, porque disque  hizo el amor con su esposo por teléfono,  Don Esteban se fue con todo y caballo a un barranco, pero no le paso nada porque el quedo atorado de la rama de un árbol que estaba a media peña…las mujeres empezaron a murmurar que aquellos eran milagros que estaba haciendo San Chon, era un santo sin rencores, un mártir, y con eso perdonaba al pueblo.

El único que se oponía a aquel sacrilegio era el padre Valerio, diciendo que el capado era un jijo de su tal por cual. Pronto se empezó a mirar solo en su iglesia, hasta los hombres dejaron de ir a misa.
El padre Valerio tuvo que pedir su cambio de feligresía, porque las mujeres donde quiera que se lo encontraran lo maltrataban, hubo algunas que hasta se atrevieron a lanzarle escupitajos. En su lugar llego el padrecito Calixto Coletas, y como si su nombre fuera significado de su misión, se la pasaba haciendo colectas, por supuesto, según él,  para hacerle mejoras a su iglesia.

El padre Calixto se ganó muy pronto a los habitantes del poblado, pues  le contaron la historia de aquel muchacho bueno que un dia mataron los hombres por la envidia que les provocaba, porque él era un santo, hasta en su nombre llevaba el apocope, SANCHON. Que lo habían sepultado en lo alto de La Loma Pelona,  El padre previendo que ahí había negocito, les propuso que hicieran una capillita o mejor, porque no, un santuario donde se le rindiera tributo a aquella alma buena y generosa.

Mal lo propuso cuando empezaron a llover los pesos para el material, la mano de obra gratis, hasta el dueño del predio lo cedió gustoso para tan magnífica obra.
Pronto estuvo listo el proyecto. Una hermosa capilla con un altar de granito y piso enlajado que llegaba hasta la puerta de la capilla. A un lado del altar, una estatua de San Chon vestida con un humilde habito que le llegaba un poco arriba de los  tobillos, dejando al descubierto que por ahí chorreaba sangre dejando sus pies manchados de rojo. Muchas mujeres pasaban y tocaban al santo, un poco más debajo de la cintura.

Saliendo de la iglesia, un camino de arena y grava que empezaba al pie de la Loma Pelona hasta la puerta de la capilla, un camino hecho a propósito así, ya que era verdad, San Chon era muy milagroso, pero muy rígido en sus mandas para hacer el milagro, porque él había sufrido mucho, mucho habían de sufrir los que quisieran un favorcito. Entre más dolorosa la manda, más efectivo el milagro.

Su fama empezó a crecer como breñal incendiado en medio de un fuerte viento. Primero los rumores se dieron en los ranchos aledaños, luego en toda la comarca, en el estado, luego por todo el país y finalmente su fama llego hasta el extranjero, en Ponchitlan estaba un santo que si realizaba milagros. Que un ciego aprendió a manejar tráiler sin mirar, que un hombre se había hecho diputado sin tener primaria siquiera, que las mujeres frígidas encontraban el secreto de los placeres, que muchos viejitos volvieron a ser viriles…pero eso sí, que todos habían pagado sus buenas mandas, y por adelantado, antes que se les hiciera el milagro (Política del padre Calixto) y por supuesto, deberían  de dejar limosna, entre mejor limosna se dejara, mayor probabilidad había que se cumpliera el milagro.

Se pidió su canonización al Vaticano y esta fue negada porque no había ni un solo milagro comprobable, pero luego que el padre Calixto le hizo a saber al obispo el monto de limosnas que se recababan diariamente, y el obispo se los hizo saber al Vaticano, de inmediato se hizo saber que era oficial, en Ponchitlan se festejaría a San Chon, o el también conocido, Santito de la pata mocha.
Se contaban por miles los devotos que llegaban diariamente a pedir o a pagar favores hechos por El santito de la pata mocha.

Al pie de la Loma Pelona el padre Calixto mando construir cientos de puestos en donde se vendía comida, recuerditos, milagros, hábitos de San Chon, golosinas, artesanías, etc. Todos regenteados por el patronato del santuario, o sea, por el mismo padrecito. En una extensión de cinco hectáreas, se pintaron sobre la tierra con líneas de cal, espacios para que se estacionaran los cientos de carros y autobuses de pasajeros que llevaban a los peregrinos hasta el lugar. Para los que llegaban en peregrinaciones a pie, en el mismo predio de las cinco hectáreas, se instalaron casas de campaña, que por un módico precio se les rentaba a los caminantes.




En una de esas peregrinaciones llego Teodoro Martínez al santuario. El buen hombre iba con todo su fervor, a pedir por un empleo, un trabajo que le diera lo suficiente para mantener a su prole de diez infantes que el cielo le había dado, dos de él y ocho que ya traía Columba Serafina cuando el la arrejunto, además de los suegros y un hermano de ella, que decía que trabajaría, el dia que el sol saliera de noche. El pobre de Teodoro y su familia Vivian en la más terrible de las miserias, había días que solo conseguía para una mala comida, y otros ni para eso siquiera. Por eso llego con mucha fe llegó al santuario, el Santito de la pata mocha, si a otros les había dado, porque a él no.

En cuanto se bajó del camión miró a unos hombres que traían unos chalecos amarillos, que muy amables se acercaron con el chofer del camión y le dijeron que ellos le cuidarían el autobús, que no se preocupara. Luego vio que una pareja se subieron a su auto, y de inmediato uno se aquellos hombres con el chaleco amarillo, se puso tras el auto y el empezó a gritar.
__  ¡Viene, viene! ¡Viene, viene!
Luego que salió el auto, vio que el hombre que lo manejaba abrió la ventanilla, saco la mano y le dio una moneda de diez pesos al hombre del chaleco amarillo. En cuanto la tomó, el hombre corrió a donde miro que iba saliendo otro auto, y ahí también, otras monedas, y sin hacer nada, solo por gritar, ¡Viene, viene!
Teodoro se acercó a aquel individuo.
__ Oiga amigo, ¿qué es eso? que le den dinero.
__ No, pues es mi chamba, es en lo que trabajo.
__ ¡Ah! Pues que buen trabajo. ¿No me quiere enseñar?
__ No, ni madres, ya somos muchos,  ya no queremos más competencia. Ya le dijimos al padrecito que no de más chalecos.
__ ¿Entonces el padrecito es el que da los chalecos?
__ Ni le busques, ya te dije, ya somos muchos.

Sin hacer caso a lo que aquel hombre le dijo, preguntando aquí, y preguntado allá, dio con el mentado padrecito.
__ Señor cura __ Le dijo __ Quiero que me haga el favor de darme un chaleco amarillo, quiero ser de esos  que gritan ¡Viene, viene!
__ Si, como de que no hijo, aquí todos los que quieran trabajar son bienvenidos, ¿pero ya sabes la condición?
__ ¿Cuál condición?
__ Que tienes el permiso para trabajar, yo te doy tu chaleco, pero tú por la noche cuando lo entregues, tienes que dar una limosna de doscientos pesos, o si no ya no puedes volver a trabajar aquí, ya sabes que con chaleco puedes ser también limpiavidrios, cargador, cuidador de autos, viene- viene, o cualquier cosa donde te den propina, pero eso sí, ya sabes de la limosna por la noche.
Teodoro hizo una cuenta rápida mentalmente, si el hombre que miro en cosa de un minuto gano veinte pesos, juntar doscientos seria cosa de un ratito más, y luego a hacer fortuna.
__Si padrecito, como de que no, eche para acá el chaleco.

Llego al estacionamiento muy ufano, presumiendo su chaleco. Los demás hombres que lo portaban lo miraron con coraje. Uno de ellos se acercó y le dijo.
__ No se vaya a meter con mis coches.  Si te miro en mi línea te voy a agarrar a putazos.
__ Ni en la mía__ le dijo otro, los demás solo le hicieron señas amenazantes.
De cualquier manera se metió en el estacionamiento, mal miraba que un auto iba saliendo cuando corría a ayudarle, pero ya estaba cerca otro compañero y era quien recibía la propina.

Por fin hubo uno desocupado y Teodoro se puso tras él.
__ Viene- viene, viene-viene __ Y el auto seguía saliendo. Cuando termino de ir en marcha atrás, listo para partir, Teodoro se puso a la par de la ventanilla y estiro la mano. El chofer  abrió la ventanilla y le dijo.
__ ¿Qué quieres baboso?
__ Pues mi propina
__  ¿Por qué?
__ Pues porque le dije, viene-viene, viene-viene.
__ Pinche huevon, mejor ponte a trabajar,  ¿Apoco nomas porque me dices viene-viene te voy a dar dinero? No talegon, contigo o sin ti, yo me hubiera estacionado, contigo o sin ti, yo hubiera salido. Baquetones, busquen otra ocupación, una en donde sacrifiquen el cuerpo, ese si es trabajo, mendigos huevones…sáquese a la goma, que propina ni que nada.
Teodoro se quedó mirando con mucha tristeza como  el automóvil se alejó. Pensó en limpiar vidrios, pero le dijeron que los utensilios para esa tarea los rentaba el padrecito en cien pesos el dia, en las demás ocupaciones no tenía idea de cómo hacerlo así que decidió ir  a entregar el chaleco.

__ No mi hijito, no mi hijito __ Le dijo el padrecito. Los chalecos se entregan en la noche y con tu limosna de doscientos pesos, si no los consigues es que no le echas ganas, y entonces con pena y todo, pero te voy a meter a la cárcel, yo no quiero sinvergüenzas trabajando aquí, en este santo lugar donde se venera a este santo varón, que nos dejó un ejemplo con su martirio,  un ejemplo de lo que es morir por una buena causa. Es más, te recomiendo que le pidas con todo fervor, que te ayude a tener un buen dia.

Así lo hizo. Con mucho fervor se hinco frente a la estatua de San Chon, y  a viva voz le grito.
__ ¡Santito de la pata mocha! ¡Dame un trabajo por favor! ¡Un trabajo que nadie me peleé! ¡Que gane lo suficiente para darle de comer a mi familia mientras viva! ¡Que me dé pa pagarle su chaleco al pinche padrecito!
En eso escucho una voz a sus espaldas.
__ Que manda le prometiste
Volteo y miro a un hombre que de pie, con las rodillas sangradas lo miraba con ternura.
__ Si, si le estas pidiendo tanto, tu manda debe de ser grande, yo por ejemplo le pedí que se alivie mi burra canela de las pasmadas que tiene en el lomo. Es una manda grande también, me vine de rodillas desde abajo hasta el altar.
__ No sabía eso.
__ Así es amigo, solo así se te puede cumplir tu milagro.

Teodoro se incorporó y luego, corriendo a todo lo que daba bajo la loma. Llego a donde empezaba el camino de arena y grava, sin pensarlo mucho se hinco y así, caminado de rodillas empezó a subir aquella cuesta. Pronto alcanzó a una mujer que con un enorme cirio en la mano, también de rodillas,  pujaba a cada paso que iba dando. Su rostro denotaba mucho, mucho dolor.
__  Oiga ¿Ya no aguanta?
__ No mijo, yo creo que me voy a rajar, ni aunque el santito no me cure esta caspa y seborrea que tanta vergüenza me dan.
__ Mire, si usted quiere yo le acabo de acabar su manda, al cabo yo ya voy para allá.
__  ¿Si me harías ese favor mijo?
__ Si señora, como de que no. Ya que lleguemos allá arriba le dice al santito que yo subí por usted. A ver, deme su vela.
__ Oye muchacho __ Le dijo otro hombre que iba un poco enfrente __ No me harías favor de llevar también el mío. Yo tampoco  voy a aguantar. Y pos es la única manera de que haga caso la hija de doña Romulada, la chamaquita se me resiste. Pos solo con un milagro.
__ Claro señor, deme su vela también.
Así, con aquellos dos cirios, y toda su fe puesta en su propuesta, que el santito le diera un buen trabajo, subió Teodoro aquella cuesta de rodillas.
Llegó hasta frente a la estatua y le dijo.
__ Mira San Chon, esta vela, es por la señora que ves ahí, esta otra es por este otro hombre, yo no te traje vela porque no tengo ni un cinco, pero ya subí de rodillas.
Colocó los cirios donde le indico el sacristán y luego se dio la vuelta. Para su sorpresa aun lo esperaban el hombre y la mujer a quienes ayudara. El hombre primero y luego la mujer, le dieron un billete de cincuenta pesos, al momento que le decían.
__ Muchas gracias buen hombre, tenga esto por la molestia que le causamos, y por las palabras que le dijo a este santo tan bendito.

Teodoro abrió los ojos desmesuradamente.  Cien pesos, por algo tan fácil. Bueno, le dolían espantosamente las rodillas, pero ya había ganado la mitad de la renta de su chaleco. Sin despedirse corrió cuesta debajo de nuevo. Llegó gritando.
__ ¡Ayudante de mandas! ¡Soy un ayudante de mandas! ¡Quien quiere que le ayude!
__ ¿De qué hablas muchacho? __ Le pregunto un hombre que llevaba los brazos abiertos, con dos cirios de dos kilos cada uno.
__ Que yo le puedo hacer su manda señor, y llegando allá arriba yo le explico al santito de la pata mocha que es su manda y vale por igual.
__ ¿Y cuánto cobras?
__ ¿Qué es lo que tiene que hacer?
__ No, pos subir hasta allá de rodillas y sin bajar los brazos. Si los bajo tengo que volver a empezar. Ya tengo tres días y no he podido, ya no aguanto los brazos. Me voy a quedar sin ir pal norte, mi manda es para que no me vaya a agarrar la migra.
__ Doscientos pesos amigo, le cobro doscientos pesos.
__ Que sean ciento cincuenta.
__ Trato hecho, me los paga ya cuando el santito oiga que la manda era suya.
__ Oiga señor, me puede llevar a mi niño en los hombros también. Es nomas llevarlo en el cuello.
__ Uh, eso está fácil, le cobro cien.
__ Traigo ochenta.
__ Sale, trato hecho.
__ Dios se lo pague señor, deje ponerle mi niño en el cuello.
La mujer le puso aquel chamaco de cuatro años en el cuello y otra vez hincado, Teodoro empezó a avanzar.
__ Ahora sí que se le va a quitar el chorro a mi niño, se me está muriendo con esa diarrea verde y apestosa que no se le quita con nada.

Apenas lo termino de decir, cuando aquel chamaco sufrió de otro ataque de  diarrea y  el chaleco perdió su colora amarillo, para adornase  con un bello color verde bandera. Solo hizo un gesto y pensó “Chin, ya me cagaron el chaleco de padrecito, a ver si no se me enoja”

En aquel trayecto hizo otros tres tratos, cargo otro cirio, le colgaron un perro y tuvo que llevar mordiendo una olla colmada de frijoles acedos. Bueno, al menos el olor de los frijoles acedos mitigó en algo el olor de la diarrea que llevaba en la espalda. Sentía que le dolía hasta el alma, pero se acordaba que iba a ganar algo de dinero y sacaba fuerzas de donde ni el sabia y seguía muy contento.
Al término de aquel viaje, ya tenía suficiente para pagar la renta del chaleco y le sobraba lo suficiente para llevarle de comer a su familia. En cuanto cobró corrió de nuevo cuesta bajo, eran muchos los peregrinos que necesitaban de sus servicios.

Grande fue la sorpresa que se llevó. La noticia que había un milagrero o un cobrador de mandas con su chaleco amarillo ya se había regado y andaban al menos diez hombres con el famoso chaleco, buscando a quien hacerle los favores milagreros.

Teodoro sintió rabia. Aquel era su negocio. Ya no encontró a ningún cliente, sus compañeros ya se los habían ganado __ Bueno__ se dijo para sí mismo__ al menos ya saque para comer el dia de hoy.
Se iba a retirar a buscar a su familia, cuando escucho gritos a mitad del camino de grava y arena. Era uno de sus compañero que no había soportado llevar los cirios con los brazos abiertos y como los había bajado ya no valía la manda. El peligres le exigía que tenía que volver a empezar,  pero el del chaleco amarillo le decía que tenía que descansar. Total que el hombre le arrebató los cirios y volvió muy enojado volvió  al principio de la vereda para hacer el mismo su manda. Pronto los otros hombres que quisieron hacerse pagadores de mandas como Teodoro, también empezaron a gritar de dolor y renunciaron a esa manera de conseguir propinas, prefirieron mejor volver a ser viene-viene, que aunque no iban a ganar lo mismo, al menos no sacrificarían su cuerpo.

Una mujer fue la que reconoció a Teodoro.
__ Usted es el que si cumple. Por favor señor, pague mi manda.
__  ¿De qué es?
__ Es de llevar dos pencas de nopal bien espinudas,  como si fueran escapulario. De rodillas y cantando canciones de Gloria Trevi. Es que yo quiero ser como ella. Y pos como le iba a pagar a usted pa que me hiciera mi manda, la hice algo durita. Le voy a dar doscientos.
__ ¿Doscientos?  Que sean dos cincuenta. Si no, no.
__ Ándele pues.
__Miren, aquí está el que si cumple.
Se le amontonaron los peregrinos, que uno llevar un rosario de tunas, otro un cirio chorreando cera derretida  en la cabeza, las velas eran de lo más común, total que agarro quince mandas por hacer en un solo viaje. La más difícil, era la de llevar un olote metido en el sieso, según esto y el creyente, para que se le quitara lo joto, porque los jotos sufren muchos desprecios, o que si no se le quitaba, que era lo que menos quería,  al menos para que agarrara un buen marido.

 Y así fue como Teodoro hizo su tercer viaje a lo alto de la Loma. Así fue también  como lo descubrió su esposa ya casi para llegar a donde estaba la estatua. En ese momento Teodoro iba llorando a todo pulmón con aquel montón de velas,  sus nopales, el rosario de tunas en el cuello y aquel maldito olote bien metido en el sieso.

__ ¿Pero qué haces Teodoro? __ Le pregunto su mujer
__Ya lo ves Columba, sacando para comer.
__ ¿ Y eso? ¿Cómo?
__ Pagando las mandas de la demás gente Columba.
__ ¿No me digas que tú eres el milagrero que tanto anda contando la gente?
__ Pos si, yo mujer.
__  ¡Pos que poco hombre eres Teodoro!  Si vas a venir a llore y llore ni digas que soy tu mujer,  que vergüenza que la gente vea que vienes llorando nomas por una penquilla de nopal que trais atravesada, aguántate como los meros machos.
__ No mujer, si no vengo llorando por la penca de nopal. No lloro de dolor  ¡Lloro de agradecimiento, por la bondad de este santo tan buena gente conmigo! yo le pedí un trabajo bien pagado y que no tuviera competencia ¡Mira Columba! ¡Ya tengo trabajo! !Nadie me lo pelea! ¡Este santito si es de los meros buenos!
Y toda la gente asintió con la cabeza, al momento que caían de rodillas santiguándose emocionados porque eran testigos de uno mas de los milagros del santito de la pata mocha…Ese si que era,  pero bien, bien  milagroso.


Francisco Rodriguez
Diciembre 16 2014








domingo, 15 de junio de 2014

Soy un mal padre...


Soy un mal padre…

 

Estoy conciente que soy un mal padre

El peor…un sátrapa salvaje

Alguien que jamás mereció haber concebido

Pero aun así Dios me bendijo

Y puso a mi cuidado

La responsabilidad divina de tres hijos.

 

Y ahí estoy,

Yo, el tal bendecido

Desde antes que nacieran

Preocupado por su destino

 

Aun tengo gravados en un rincón del alma

Las noches aquellas cuando me dijo mi amada esposa

__Ándale Francisco, ya es hora…la cigüeña nos llama.

Y córrele, apúrale que duele, que ya viene, que ya no tarda.

 

Pero nada, los tres igual de canijos

Como se tardaron mis tres hijos

Nos nacieron ya muy entrada la madrugada.

 

Pero igual, aun recuerdo aquel escalofrío

Aquel sentir tan bello y profundo

Cuando hasta mí llegaba el sonido de su primer llanto

Como si me gritaran…Papá, ya llegamos al mundo

En las tres ocasiones lo mismo…

Me estremecía y aunque quisiera evitarlo

Emocionado una lágrima corrió por mi mejilla.

 

Que feliz fui siendo padre…

Que feliz mientras fueron niños.

Eran…tres juguetes vivientes

Tres hermosas mentes maleables

Esas mentes a las cuales

Posiblemente por mi maldad de padre

Llené de fantasías ahora entrañables.

 

Aaah que navidades aquellas

Cuando Santa Clos existía.

A  mi casa venían noche a noche

Sherezada, el joronchi, los principes herederos

Los sapos, las princesas, los simpáticos ladrones

Y aquel personaje que aun casi lo siento presente

Recuerdo que lo llamábamos el sirviente

Fanfarrón, tranza, chantajista y muy, pero muy divertido.

Lo juro…ese sirviente me hacía muy feliz

No cabe duda, mi pequeña era toda una actriz

 

Pero soy un mal padre….el peor de todo el mundo.

En mi estúpida ignorancia creí

Que los estaba guiando de la mejor manera

Que siempre serían cariñosos

Amables, bondadosos

Que siempre serían obedientes

Que nunca responderían a mis regaños

Pues solo yo…tenía razón en todo

 

Un día de golpe llegó la adolescencia

Como un viento huracanado y destructivo

Hasta ese momento yo llevaba a mis hijos de la mano

A la par… marcando el mismo camino

Pero se fueron soltando poco a poco

Con desesperación vi que aparecieron nuevas sendas

Y que ellos empezaron a formar su propio destino.

 

Por mas que de mi pecho siguieron brotando los consejos

Ellos mas y mas se alejaban hasta llegar tan lejos

Que mis palabras caían como frutas podridas

Al tronco del árbol ya viejo.

Me volví obsoleto

Incoherente, vetusto, rancio, añejo.

Y sin manera alguna para remediarlo

Aquel padre bueno que ellos tenían

Poco a poco se volvió en un padre malo…muy malo.

 

Que no los entendía…

El viejo no comprendía

Que ellos eran jóvenes y que se querían comer el mundo

Y nacieron las discusiones, los enfados, las amenazas

El dolor de verlos irse de casa

Ese dolor que nunca cicatriza.

Ver que ellos caminaban con tanta prisa

Mientras yo…marchaba cada día mas cansado.

 

A Dios gracias mis tres hijos me salieron buenos

A Dios gracias, cuando menos

No han conocido cárcel, ni centros de rehabilitación

No llenan su sangre de drogas ni fuman toxinas

No son una carga para la sociedad

Los tres conocieron la universidad

Y aunque yo haya sido un pésimo padre

Me siento orgulloso de mis cachorros.

 

Ahora yo estoy solo

Me siento muy solo

Mis hijos me  crecieron muy pronto

Dejándome enredado en mis historias

Ya no tengo con quien desfogar mis fantasías

Añorando aquellos mis felices días

Cuando eran mis juguetes

Cuando tenía a mi sirviente.

 

En cambio solo me queda el remordimiento

El triste presentimiento

De que no los eduqué al cien por ciento

Sintiendo que fallé en algo,

Que ni siquiera se que fue

Con un miedo enorme que me tortura

Que me mata, que me hace temblar

Al imaginar que mis hijos puedan llegar al fracaso.

 

Sufro al pensar que no supe guiarlos

Por el camino de la victoria

Pues  mientras ellos no lleguen a la cumbre

Sentiré que ese fracaso es solo mío

Y temo que llegue el día

Que me reprochen que ha sido por mi culpa

Porque fui un mal padre

El peor de todos

Pero lo juro ante Dios mismo

Yo solo quiero

Lo mejor para mis hijos…

Porque los amo, mas que nadie en el mundo.

 

Francisco Rodríguez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Porque no digo papa...


¿POR QUÉ NO DIGO PAPÁ?

 

     Mamá, quiero preguntarte una cosa

y por favor quiero una respuesta

no me digas que no de lata

o que te encuentras indispuesta

ni tampoco me vayas a decir

¡vete a ver si ya puso la cerda!

 tampoco me des dinero

para que vaya a la tienda

que no tengo ganas de nada

solo de oír haber que me contestas.


      Y es que en la escuela me dijeron

que papá tiene otra vieja

y que con ella otros chamacos

que viven en una casa grande que tiene hasta alberca

¿verdad que eso no es cierto mamá?

¿verdad que mi papá es muy bueno?
que yo se que el me quiere y el sabe que lo quiero

pero lo que te quería preguntar mamá

es que ¿por qué no le digo papá

y le tengo que decir abuelo?


      Mira, si él vive con nosotros

él me compró mi pantalón, me compró mi camisa

él nos trae la comida

los domingos nos lleva a misa

mamá, perdona que insista en saberlo

pero¿ porque no le digo papá y

le tengo que decir abuelo?

      

 

 

¿Que ya no te acuerdas de aquel festival

que hicimos un día en la escuela?

que nos tenía que llevar el papá

así lo decía la esquela

pues él fue el que me llevó

si hasta me acuerdo que me vestiste de payaso

y que me pusiste un gran mostacho

pues cuando yo salí a bailar, el a todos les decía

¡miren, miren, ese es mi muchacho!

entonces yo bailé solo para él

porque me daba tanto gusto de verlo

entonces, si él fue el que me llevó

¿por qué no le digo papá

y le tengo que decir abuelo?

      

 

¿Qué ya no te acuerdas cuando estuve enfermo

que primero me dio rubéola y luego la escarlatina

que no teníamos dinero

para comprar mi medicina

que él tuvo que vender su reloj antiguo

aquel que tenía una cadena fina

y luego cuando me alivié, yo lo vi rezar,

 lo vi llorar agradecido volteando a ver el cielo

y eso, solo lo hace un papá, entonces

¿yo porque al mio le tengo que decir abuelo?

¿que porque esta viejito?

¡aaah! eso si que no es cierto

si el de Jorge esta cojito

y el de Pedrito esta hasta tuerto

¿qué no has visto al de Anita?

que ya casi no tiene pelo

pero ellos si les dicen papá

y yo al mio le tengo que decir abuelo.

Y es que yo quiero decir papá

papá ya vine de la escuela

papá, cuéntame un cuento

papá, cuanto te extraño

papá, cuanto te quiero.

¡Pero mamá! ¿estas llorando?

¿yo te hice llorar con mis tonterías?

dime que puedo hacer

para que otra ves sonrías.

Si no es cierto que yo quiero decir papá

mira, ¡Abuelo, abuelo y ya!

 ¡mamá! ¿quieres que vaya a la tienda?

o…quieres que haga mi tarea de mañana

no…ya se mejor me voy 
...¡VOY A IR A VER

SI YA PUSO LA MARRANA!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 17 de abril de 2014

Macrina, segunda parte del poema, despiertese madresita.


Macrina

 

Le endilgaron un chamaco

A la pobre de Macrina.

Al principio ni ella supo

Como fue que sucedió

A lo mejor fue en las fiestas

Del patrono San Patricio

A lo mejor fue en la boda

De su primo Melitón.

__¡Pal caso es lo mesmo!

Dijo su tata Toribio

__ ¡La muina no me la quita

Ni el mismísimo patrón!

 

Y ahí sta que a la Macrina

Le fue creciendo la panza

Al igual crecía la duda

Del que se la originó.

__Que a lo mejor fue Pascual

Porque es re querendón

__Pa mi que fue Severiano

No ven que ya se juyó.

 

Ella nomás no responde

Cuando el tata la cuestiona

Se trenza y se re trenza

Su mata de pelos prietos

Mientras niega con la testa

A todos los requerimientos

 

__¿Habrá sido Rogaciano?

Ya ven que es re mula

¿Te estrujó? ¿lo hizo a la juerza?

¡Ya ves por ponerte chula!

Que te dicía de las naguas

Enseñando  las rodillas.

Tú provocas a los hombres

Se te ven las pantorrillas.

¡Quien jue

Quiero saber  su nombre!

Pa quebrarle las costillas.

 

Nada se saca en claro

Y al filo de la suposición

Se vino pasando el tiempo

Hasta que la chamaca parió.

 

__Ahora si vamos a ver

A cual jijo se parece.

Tiene la trompa de Chano

Los ojos de Apolinar

__Yo les apuesto y les gano

Que es de uno de los Aguilar.

__Nombre, en esos se parece

Solo en la forma de miar.

 

__Dejen que crezca poquito

Entonces si…solo se va a delatar.

 

Carajo Chamaco,

Bastaba nomás con verlo

Dialtiro se parecía 

En toditito al abuelo

Y  le llamaron Toribio

Pa que nadie se asombrara

Pa que se acabaran suposiciones

Pa que se acabaran las habladas.

 

Y creció al lado del tata

Arriando la burra

Sembrando el cuamil

Cargando la petaca

Los ganchos, el quimil

Calzado con huaraches

Con  sombrero de petate

Pantalón remendado

La camisa a jirones

El rostro asoleado.

Rotos los calzones.

 

Tragando pitahayas

Atrapando Zinzontles

Las carpas del río

Las bestias del monte.

Orgullo era del tata

El que un día lo avergonzó.

 

Pero el tata no le duró mucho

Las fríos se lo tragaron

Le secaron la carne

Y una mañana temprano

Lo llevaron al panteón.

 

Se quedó sola la madre

Con el salvaje lebrejo

Chiquigüites de ropa

A lavar al río de ajeno

A las pizca, de mucama

Ayudar a las paridas

Cuando ocupan de estar en cama.

 

Ni esperanzas de escuela

Crece Toribio sin letras

Pero bueno pal trabajo

Pa la siembra, pa las pelas.

No hay otro chalán

Que haga mejor la mezcla.

 

Apenas cumplió los quince

Cuando empezó con su brete

__ Mama, quiero ir pal Norte

__ ¿Qué te volviste demente?

__ No mama, me dijo un maistro

Que allá se gana rete harto

Que naiden sienta allá el hambre

Que todos train buenos trapos.

__ No les hagan caso

Yo nunca he visto que

Vuelvan de allá tan guapos.

__ No mama, eso dijeron

Le juro que es verdad cierta

No vio que el hijo de Cipriano

Compró hasta una bicicleta.

Y a luego don Asunción

Que dizque ya se mercó una huerta.

Déjeme ir mama

Verá que con lo que le mande

Usted va a andar toda galana

Ya no va a lavar al río

Y se va a sentir tan ufana

Cuando le digan que su hijo

Es el que mas dinero gana.

 

¿Quién se opone al destino?

El río creció mientras lavaba

Con lágrimas de ausencia

Con lágrimas del alma.

 

Toribio se fue pal Norte

pero el destino se opuso

para que hiciera mucho dinero

por allá, trabajando de jardinero

podando un aguacate

se cayó desde lo mas alto

y se reventó el gasnate

se le quebraron las costillas

sus sueños se volvieron pesadillas

 lo regresaron muerto a su terruño

 

Maldito sea el destino

Malditas las ilusiones

Maldita esta pobreza

Que apartó dos corazones.

 

 

El día que lo enterraron

Fue al panteón todo el pueblo.

Macrina miró a un hombre

El hombre miraba al suelo.

Se cruzaron sus miradas

Se atisbaron  con misterio.

El hombre también lloraba

Pero sin ruidos, discreto.

Para que nadie se lo notara..

 

mil palabras se dijeron

en el silencio de su mirada

__ Se nos murió nuestro hijo Gonzalo

__ Se nos murió nuestro hijo  mi amada.

__ ¿Me sigues queriendo Chalo?

__ Te sigo queriendo mi alma.

__ Sigues tu siendo muy  rico

Y yo sigo siendo  pobre

__ Sigues siendo hermosa

En tu bella piel de cobre.

Y yo igual de cobarde

Igual de mísero en mis millones.

__ Ya me voy pa mi jacal

A llorar de mi hijo la ausencia

__ Yo vuelvo con los míos

A sufrir sin tu presencia

A llorar todos mis miedos,

A envidiar que tienes  fuerzas

A seguir siendo  aprensivo

Esclavo de los orgullos

Temeroso de los murmullos

Infeliz, incapaz, furtivo.

Vete hermosa Macrina

A llorar porque el destino se te opone

Yo a culparme por este niño.

Ojalá y un día…

Ojalá y un día…

Mi Dios me lo perdone.