EL NIÑO Y
EL PERRO
Leobardo
tenía un perro llamado Lobo
O …Lobo
tenía un niño llamado Leobardo
Como quiera
que fuera
Aquel par
eran una singular pareja
Un niño
flaco con cara de ángel
Y un
perro blanco que tenía caída una oreja.
Desde antes
de que Leobardo naciera
Ya Lobo era
la mascota de aquel hogar
Perro
noble, guardián inteligente
Cuidado con
aquel que de noche quisiera entrar.
Tenía por
parte de su madre sangre salvaje
Era hijo de
una loba que tuvieron en el encierro
Pero
también era pastor alemán
Pues de esa
raza era su padre, un perro.
Perro lobo,
lobo perro
Y lobo le
pusieron porque ese era su aspecto
Terror de
todos los canes del vecindario
Asesino de
coyotes, pues hablando al respecto
Era un
perro verdaderamente sanguinario.
Muchas
hazañas se contaban del perro lobo
Hasta de
haber matado a un león en la sierra
Por eso el
cambio que sufrió al nacer Leobardo
Es algo que
un misterio encierra.
Cuentan que
aquel día el perro estaba echado
Curioso por
ver tanta gente entrar y salir de la casa
Que de
repente escuchó el llanto de un niño
Y al
momento cambio su traza
Se acercó a
la cuna del recién nacido
Y antes que
lo sacaran con premura
Contemplo
embelesado a la criatura
Y desde
entonces quedó a él prendido.
Ya no quiso
ir al monte con el amo
Ya no Salió
a perseguir conejos
Ya no le
interesaron los pleitos con los otros perros
Ni cuidar
del amo, la yunta y los aparejos.
Se quedaba
en casa pendiente que el niño no llorara
Pues apenas
lloraba la criatura
Ladraba el
perro con tanta premura
Que la madre
tenía que ir a ver que les pasaba.
A veces la
mujer ocupada en sus quehaceres
ignoraba el
llamado que le hacía la mascota
Lobo
desesperado volvía con el niño
a hacerle
gracias, a divertirlo con su pelota
un día se
le ocurrió al perro lamer sus costillas
y el bebe
entonces soltó una risotada
no
soportaba que le hicieran cosquillas
y ese fue
el remedio que Lobo le aplicaba.
Aprendió a
gatear por su perro acompañado
Los
primeros pasos los dio prendido a su oreja
El can,
dócil como una oveja
se agachaba
para ser por el niño agarrado
Por tanto
agarrón poco a poco la oreja se le fue doblando
y es que
Leobardo junto con su podenco
se hicieron
tan vagos, que llegó el momento
que su
pobre madre se lo llevaba buscando
A los tres
años el niño ya conocía toda aquella comarca
Subían al
cerro, iban al arroyo, a la plaza
Apenas
amanecía y desaparecían de casa
La madre
para encontrarlos seguía su marca.
Dos
piecitos descalzos junto a las patas de perro
La gente se
acostumbró a ver al niño con su Lobo
El animal siempre
agachado estirado de la oreja
Que había
quien lo llamaba el perro bobo.
Pero
cuidado si sentía que en peligro estaba el mocito
Al momento
se convertía en una fiera
Ni
importaba quien o lo que fuera
Daría su
vida por defender a su niñito
Peleó con otros
perros, con un toro bravo
Ahuyentó
coyotes, mató serpientes
Su valor
quedó demostrado
De formas
muy diferentes.
Cuantas
frases recuerdo de Leobardo su léxico
infantil
__Vámonos
obo, obo, cómente tus totillas
Dame la
odeja obo, amono a domil
¡No obo, ya
no me hagas coquillas!.
Cuando la
noche caía
Y el mundo
se quedaba en calma
El niño
sentía paz en su alma
Porque Lobo
bajo su cama dormía.
Pero llegó
diciembre….
Un
diciembre, frío, largo, cruel
Quien
habría de imaginar
Lo que iba
a pasar con el niño aquel
Enfermó,
tal vez por andar en la vagancia
Empezó con
una especie de resfrío
Vino la
fiebre, sudores, desvarío
Su
cuerpecito temblaba lleno de ansia
En sus alucinaciones
se repetía esta palabra
__Obo, obo,
Vámonos obo, __luego reía con sus rencillas
__¡No obo,
no me hagas coquillas!
El perro al
escucharlo solo ladra, ladra y ladra
Un día mira
que sus padres se lo llevan
Envuelto en
una cobija y con premura
Suben en un
auto, Lobo escucha a la criatura
Que lo
llama, pero…a él ahí lo dejan
Se van,
Lobo los sigue a toda prisa
Pero es
imposible, no los alcanza
Vuelve, es
insoportable la tardanza
¿En dónde
esta su niño? ¿En dónde está su risa?
Pasan los
días y sigue la cruel ausencia
Lobo
desesperado no tenía sosiego
Buscaba a
Leobardo, ocupaba su presencia
Le faltaba
igual que la luz a un ciego
Corría al
arroyo, iba a la plaza
Subía al
cerro y su busca era vana
Luego
volvía otra ves a casa
Para
echarse bajo su cama.
Por fin
volvieron sus amos los señores
Pero vamos,
¿En donde esta Leobardo?
¿Por qué mi
ama esta llorando?
¿Por qué
traen esa caja tan adornada con flores?
Ponen la
caja en el suelo
Y lo que ve
Lobo lo deja sorprendido
Leobardo
está ahí, como si estuviera dormido
Pero esta
frío como envuelto en el hielo
Se acerca a
él, le gime, lo llama
Luego lame
sus costillas
No
despierta, no le hacen las cosquillas
A su mente
de perro llega el drama
Lo entiende
por ser inteligente
No es
normal que el niño este inerte
Ese es el
estado que causa la muerte
Y la muerte
también Lobo la siente.
Le duele,
no resiste la verdad tan cruel
Aquello no
puede ser cierto
Su niño no
puede estar muerto
¿Por qué si
el era su perro fiel?
Del fondo
de su pecho salió el aullido
Lleno de
dolor, salvaje, violento
Como su
madre la loba, le gritó al viento
Todo el
martirio que al momento había sentido
Y lloró,
con un sonido largo e inaudito
Lloró a la
par de la madre de aquel ángel caído
Se
confundía el ladrido con el grito
El triste
lamento con el dolido aullido.
Con una
fuerte cadena fue amarrado
Para
mantenerlo alejado
del pequeño
cajón
Ni siquiera
lo soltaron cuando fueron al camposanto
Se quedó
solo, con su angustia, con su llanto
Gimiendo
con desesperación.
Regresaron
sus amos y ya no traían a su niño
Lo soltaron
y él fue a echarse debajo de su cama
A seguir llorando
la ausencia, a recordar su cariño
Así duro
algo mas de una semana
No probaba
bocado,
Le
arrimaban agua y comida
No hacía
caso a ningún llamado
Se sentía
que ya no quería la vida
La madre de
Leobardo con angustia
Al mirarlo
en aquel deprimente estado
Se acercó a
él y con voz triste y mustia
Le habló
así al animal echado
__Ven
Lobito, ven animalito hermoso
No quiero
que te me vayas a morir
¿Crees que
a mi no me duele?
Yo también
estoy sufriendo, pero debo de vivir
Era mi
tesoro, mi amor entero, mi niñito
Yo entiendo
tu dolor, todo tu celo
Pero
entiende que él era un angelito
Que ya
ocupada Dios, allá en el cielo.
Lobo gimió,
lamió la mano de la mujer
Se levantó
y permitió que ella lo abrazara
Tomó un
poco de agua e intentó comer
Como para
hacer que ella se calmara.
Salió al
patio y parecía que todo volvía a ser normal
Sin embargo
era notoria su tristeza
Fue al
arroyo, al río, al breñal
Parecía
como que algo le rondaba la cabeza.
Esa misma
noche, noche de luna llena
Ya cuando
sus amos dormían
Salió con
rumbo a la hacienda
Allá en
donde el toro bravo vivía.
Brincó los
corrales buscando al semental
El toro de
lidia mugió por su presencia
Lobo lo
atacó, con rabia, criminal
Con toda su
salvaje esencia
Clavó sus
colmillos en la piel del vacuno
El toro se
defendió tirando de cornadas
El perro
débil por tanto día de ayuno
Pronto lo
soltó por una de sus patadas.
En medio
del corral quedó tendido
El toro
embistió como una puñalada
Lobo se
sentó y esperó la estocada
Como si
solo a eso hubiera ido
Entró el
cuerno, rasgó la piel
Brotó la
sangre, se escuchó el aullido
El perro
bueno, el perro fiel
Salió del
corral con el pecho herido.
De sangre
que salía de junto a su corazón
Mientras
corría iba dejando el rastro
Se manchó
la tierra, se manchó el pasto
Se manchó
el camino que conduce al panteón
Apenas tuvo
fuerzas para llegar al cementerio
Y fue a
echarse junto a la tumba mas reciente
Para toda
la gente siempre fue un misterio
¿Como supo
en donde estaba enterrado el inocente?
Con sus
patas removía la tierra suelta
Parecía que
quería llegar hasta su amo
Pero solo
pudo escarbar un pequeño tramo
Se
desvaneció, la vida dio su última vuelta
Amaneció…
triste y fría mañana de invierno
Un
campesino que pasaba por el camposanto
Vio ahí al
perro manchado de sangre y tierra
Sintió
tanta lástima que casi suelta el llanto
Con su pala
hizo un hoyo a un lado de la tumba
Y ahí
arrojó los despojos del canino
Luego dio
media vuelta para seguir su camino
Cuando
escuchó unos ruidos de ultratumba.
__ No Obo,
no, no me hagas coquillas.
Un ladrido
gustoso y palabras con mucho cariño.
El hombre
no volteó el rostro, y siguió caminando
Solo era
Lobo…Lobo que de nuevo jugaba con su
niño.
Francisco Rodriguez
Francisco Rodriguez