lunes, 17 de marzo de 2014

El nino y el Perro,,,,una amistad hasta la muerte


EL NIÑO Y EL PERRO

 

Leobardo tenía un perro llamado Lobo

O …Lobo tenía un niño llamado Leobardo

 

Como quiera que fuera

Aquel par eran una singular pareja

Un niño flaco con cara de ángel

Y un perro  blanco que tenía caída una oreja.

 

Desde antes de que Leobardo naciera

Ya Lobo era la mascota de aquel hogar

Perro noble, guardián inteligente

Cuidado con aquel que de noche quisiera entrar.

 

Tenía por parte de su madre sangre salvaje

Era hijo de una loba que tuvieron en el encierro

Pero también era pastor alemán

Pues de esa raza era su padre, un perro.

 

Perro lobo, lobo perro

Y lobo le pusieron porque ese era su aspecto

Terror de todos los canes del vecindario

Asesino de coyotes, pues hablando al respecto

Era un perro verdaderamente sanguinario.

 

Muchas hazañas se contaban del perro lobo

Hasta de haber matado a un león en la sierra

Por eso el cambio que sufrió al nacer Leobardo

Es algo que un misterio encierra.

 

Cuentan que aquel día el perro estaba echado

Curioso por ver tanta gente entrar y salir de la casa

Que de repente escuchó el llanto de un niño

Y al momento cambio su traza

 

Se acercó a la cuna del recién nacido

Y antes que lo sacaran con premura

Contemplo embelesado a la criatura

Y desde entonces quedó a él prendido.

 

Ya no quiso ir al monte con el amo

Ya no Salió a perseguir conejos

Ya no le interesaron los pleitos con los otros perros

Ni cuidar del amo, la yunta y los aparejos.

 

Se quedaba en casa pendiente que el niño no llorara

Pues apenas lloraba la criatura

Ladraba el perro con tanta premura

Que la madre tenía que ir a ver que  les pasaba.

 

A veces la mujer ocupada en sus quehaceres

ignoraba el llamado que le hacía la mascota

Lobo desesperado volvía con el niño

a hacerle gracias, a divertirlo con su pelota

 

un día se le ocurrió al perro lamer sus costillas

y el bebe entonces soltó una risotada

no soportaba que le hicieran cosquillas

y ese fue el remedio que Lobo le aplicaba.

 

Aprendió a gatear por su perro acompañado

Los primeros pasos los dio prendido a su oreja

El can, dócil como una oveja

se agachaba para ser por el niño agarrado

 

Por tanto agarrón poco a poco la oreja se le fue doblando

y es que Leobardo junto con su podenco

se hicieron tan vagos, que llegó el momento

que su pobre madre se lo llevaba buscando

 

A los tres años el niño ya conocía toda aquella comarca

Subían al cerro, iban al arroyo, a la plaza

Apenas amanecía y desaparecían de casa

La madre para encontrarlos seguía su marca.

 

Dos piecitos descalzos junto a las patas de perro 

La gente se acostumbró a ver al niño con su Lobo

El animal siempre agachado estirado de la oreja

Que había quien lo llamaba el perro bobo.

 

Pero cuidado si sentía que en peligro estaba el mocito

Al momento se convertía en una fiera

Ni importaba quien o lo que fuera

Daría su vida por defender a su niñito

 

Peleó con otros perros, con un toro bravo

Ahuyentó coyotes, mató serpientes

Su valor quedó demostrado

De formas muy diferentes.

 

Cuantas frases recuerdo de Leobardo  su léxico infantil

__Vámonos obo, obo, cómente tus totillas

Dame la odeja obo, amono a domil

¡No obo, ya no me hagas coquillas!.

 

Cuando la noche caía

Y el mundo se quedaba en calma

El niño sentía paz en su alma

Porque Lobo bajo su cama dormía.

 

Pero llegó diciembre….

Un diciembre, frío, largo, cruel

Quien habría de imaginar

Lo que iba a pasar con el niño aquel

 

Enfermó, tal vez por andar en la vagancia

Empezó con una especie de resfrío

Vino la fiebre, sudores, desvarío

Su cuerpecito temblaba lleno de ansia

 

En sus alucinaciones se repetía esta  palabra

__Obo, obo, Vámonos obo, __luego reía con sus rencillas

__¡No obo, no me hagas coquillas!

El perro al escucharlo solo  ladra, ladra y ladra

 

Un día mira que sus padres se lo llevan

Envuelto en una cobija y con premura

Suben en un auto, Lobo escucha a la criatura

Que lo llama, pero…a él ahí lo dejan

 

Se van, Lobo los sigue a toda prisa

Pero es imposible, no los alcanza

Vuelve, es insoportable la tardanza

¿En dónde esta su niño? ¿En dónde está su risa?

 

Pasan los días y sigue la cruel ausencia

Lobo desesperado no tenía sosiego

Buscaba a Leobardo, ocupaba su presencia

Le faltaba igual que la luz a un ciego

 

Corría al arroyo, iba a la plaza

Subía al cerro y su busca era vana

Luego volvía otra ves a casa

Para echarse bajo su cama.

 

Por fin volvieron sus amos los señores

Pero vamos, ¿En donde esta Leobardo?

¿Por qué mi ama esta llorando?

¿Por qué traen esa caja tan adornada con flores?

 

Ponen la caja en el suelo

Y lo que ve Lobo lo deja sorprendido

Leobardo está ahí, como si estuviera dormido

Pero esta frío como envuelto en el hielo

 

Se acerca a él, le gime, lo llama

Luego lame sus costillas

No despierta, no le hacen las cosquillas

A su mente de perro llega el drama

 

Lo entiende por ser inteligente

No es normal que el niño este inerte

Ese es el estado que causa la muerte

Y la muerte también Lobo la siente.

 

Le duele, no resiste la verdad tan cruel

Aquello no puede ser cierto

Su niño no puede estar muerto

¿Por qué si el era su perro fiel?

 

Del fondo de su pecho salió el aullido

Lleno de dolor, salvaje, violento

Como su madre la loba, le gritó al viento

Todo el martirio que al momento había sentido

 

Y lloró, con un sonido largo e inaudito

Lloró a la par de la madre de aquel ángel caído

Se confundía el ladrido con el grito

El triste lamento con el dolido aullido.

 

Con una fuerte cadena fue amarrado

Para mantenerlo alejado

del pequeño cajón

Ni siquiera lo soltaron cuando fueron al camposanto

Se quedó solo, con su angustia, con su llanto

Gimiendo con desesperación.

 

Regresaron sus amos y ya no traían a su niño

Lo soltaron y él fue a echarse debajo de su cama

A seguir llorando la ausencia, a recordar su cariño

Así duro algo mas de una semana

 

No probaba bocado,

Le arrimaban agua y comida

No hacía caso a ningún llamado

Se sentía que ya no quería la vida

 

La madre de Leobardo con angustia

Al mirarlo en aquel deprimente estado

Se acercó a él y con voz triste y mustia

Le habló así al animal echado

 

__Ven Lobito, ven animalito hermoso

No quiero que te me vayas a morir

¿Crees que a mi no me duele?

Yo también estoy sufriendo, pero debo de vivir

 

Era mi tesoro, mi amor entero, mi niñito

Yo entiendo tu dolor, todo tu celo

Pero entiende que él era un angelito

Que ya ocupada Dios, allá en el cielo.

 

Lobo gimió, lamió la mano de la mujer

Se levantó y permitió que ella lo abrazara

Tomó un poco de agua e intentó comer

Como para hacer que ella se calmara.

 

Salió al patio y parecía que todo volvía a ser normal

Sin embargo era notoria su tristeza

Fue al arroyo, al río, al breñal

Parecía como que algo le rondaba la cabeza.

 

Esa misma noche, noche de luna llena

Ya cuando sus amos dormían

Salió con rumbo a la hacienda

Allá en donde el toro bravo vivía.

 

Brincó los corrales buscando al semental

El toro de lidia mugió por su presencia

Lobo lo atacó, con rabia, criminal

Con toda su salvaje esencia

 

Clavó sus colmillos en la piel del vacuno

El toro se defendió tirando de cornadas

El perro débil por tanto día de ayuno

Pronto lo soltó por una de sus patadas.

 

En medio del corral quedó tendido

El toro embistió como una puñalada

Lobo se sentó y esperó la estocada

Como si solo a eso hubiera ido

 

Entró el cuerno, rasgó la piel

Brotó la sangre, se escuchó el aullido

El perro bueno, el perro fiel

Salió del corral con el pecho herido.

 

De sangre que salía de junto a su corazón

Mientras corría iba dejando el rastro

Se manchó la tierra, se manchó el pasto

Se manchó el camino que conduce al panteón

 

Apenas tuvo fuerzas para llegar al cementerio

Y fue a echarse junto a la tumba mas reciente

Para toda la gente  siempre fue un misterio

¿Como supo en donde estaba enterrado el inocente?

 

Con sus patas removía la tierra suelta

Parecía que quería llegar hasta su amo

Pero solo pudo escarbar un pequeño tramo

Se desvaneció, la vida dio su última vuelta

 

Amaneció… triste y fría mañana de invierno

Un campesino que pasaba por el camposanto

Vio ahí al perro manchado de sangre y tierra

Sintió tanta lástima que casi suelta el llanto

 

Con su pala hizo un hoyo a un lado de la tumba

Y ahí arrojó los despojos del canino

Luego dio media vuelta para seguir su camino

Cuando escuchó unos ruidos de ultratumba.

 

__ No Obo, no, no me hagas coquillas.

Un ladrido gustoso y palabras con mucho cariño.

El hombre no volteó el rostro, y siguió caminando

Solo era Lobo…Lobo  que de nuevo jugaba con su niño.






Francisco Rodriguez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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